viernes, 2 de octubre de 2009

La venganza de un pederasta

Por los rumbos de Veracruz vive Alberto Andrés González Alvizar, un treintañero que mantenía relaciones sentimentales (y seguramente de otro tipo también) con su "novia" de 13 años. Esto molestó seriamente a los parientes de la escuincla, por lo que procedieron a cambiarla de ciudad.

La chiquilla hizo una última llamada a su Romeo diciéndole que la relación se había terminado. Este de inmediato hizo lo que toda persona cegada por un amor puro haría: Fue a la casa de sus "suegros" para llenarlos de plomo, ahí mató a dos. Ya encarrerado el matón, de paso visitó la casa de otros parientes también para sacarles la información a punta de balazos, al negarse mató a otro.

De pilón fue a casa de un pariente más, al que también le hizo varios agujeros extra, pues se negó a confesar dónde estaba su amada Julieta. Finalmente fue capturado por las autoridades y se puso fin a su romántica y sangrienta venganza.

Algunos pensarán que el tipo estaba loco desde el principio (meterse con una niña 17 años menor puede parecer un síntoma) y que enloqueció todavía más al saberse privado de ejercer la asquerosa pederastia. A otros, por el contrario, les parecerá que sus asesinatos son una muestra tangible de la sinceridad de su amor. ¿Pero quiénes somos nosotros para juzgar? Ya lo dijo el famoso filósofo Leonardo Favio: "Ding, dong, ding dong... son las cosas del amor".

La nota acá.

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