El mayor aporte que hicieron fue su álbum El Circo (1991), un éxito en ventas que nunca pudieron superar, ni siquiera igualar. Si todavía se les recuerda, es por canciones de esta producción como: Pachuco, Un Poco de Sangre, Solín, Kumbala, Un Gran Circo, etc.
Las canciones de los posteriores álbumes Baile de Máscaras en 1996 y Mostros en 1998, consistieron en letras simplonas cantadas al ritmo de decadente Ska. Ya no resultaron novedosos, ni divertidos. El talento sólo les alcanzó para un disco pero, en lugar de aceptar su mediocridad y retirarse dignamente, se clavaron en una ridícula negación.
Durante dos décadas han vivido de disfrazarse como Tin-Tán y cantar las mismas rolitas gastadas en cuanto foro se les presente. Se convirtieron en fósiles vivientes del extinto movimiento Rock en tu Idioma. Por eso es que el reciente anuncio de su separación-retiro-descanso resulta intrascendente para la escena mundial y nacional del rock.
Las causas de su separación no son claras. ¿Surgieron envidias? ¿se volvieron más ambiciosos? ¿se les complicaron las reumas con hemorroides? Solamente podemos especular que fue una combinación de todas las anteriores.
Tal vez se trata de un ardid publicitario para, después de un tiempo, anunciar su fabuloso REENCUENTRO. Así lo han hecho otras bandas de abuelitos rockeros cuando se les acabaron los ahorros (Soda Stereo, Hombres G, Caifanes).
Por ahora se termina la Maldita Vecindad, pero queda en el aire la amenaza de que continúen con sus proyectos individuales igual o peor de chafas (v.g. Malditos Cocodrilos). Desafortunadamente el cáncer ha desarrollado metástasis.
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