Un pastor cristiano se enfrenta a una serie de infortunios: se rompe una pierna jugando béisbol, le descubren piedras en los riñones y su pequeño hijo enferma gravemente. Hasta aquí pareciera que estamos frente a un sufrido Job moderno.
El hijo del pastor, carismático como un mini-Brad Pitt, es intervenido quirúgicamente de emergencia y se recupera favorablemente. Todo parece volver a la normalidad, excepto que, durante la operación, el niño parece haber tenido una mezcla entre una 'experiencia cercana a la muerte' y una 'experiencia extracorporal'. Lo extraño es que el escuincle nunca estuvo clínicamente muerto, es decir, su corazón jamás dejó de latir, ni dejó de respirar.
En su credulidad, y en contra de la opinión de sus amigos, el pastor decide que su hijo sí fue al Cielo y que Dios lo está usando para enviarle un mensaje. Esto a pesar de que incluso consultó a una psicóloga no religiosa quien le propuso una explicación más racional. Y esa es la conclusión de toda la película: El Cielo cristiano y Jesús existen porque un niño de cuatro años dice que los vio.
Este alucine barato se extiende por hora y media, con pésimas actuaciones y varias escenas lacrimógenas fallidas. De pilón tenemos la infaltable referencia a Einstein, varios cameos de Spiderman y la pedorra fábula del león, el oso y el unicornio. Lo único que encuentro inexplicable es cómo esta película tan extraordinariamente mala e insulsa logró llegar a las carteleras mexicanas.
En IMDB.
Ignorancia completa en este comentario
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