En el México del futuro, un político oportunista llamado PEC, da un golpe de Estado. Para controlar a la población recurre a tres tácticas:
- Instaura un régimen militar,
- Mantiene a la población drogada con bebidas producidas por un magnate farmacéutico Dr. Stam, y
- Prohíbe el culto religioso.
Bajo estas condiciones, subsiste un grupo disidente que lucha contra el tirano. En esta ocasión los rebeldes son ni más ni menos que los Cristeros. Guiados temporalmente por un cura, realizan misas a escondidas y planean rescatar a su máximo líder, que permanece congelado en poder del gobierno.
Tras una serie de peripecias bastante inverosímiles logran liberar al Cristero mayor, pero al verse superados tienen que huir a un cerro para reagruparse y continuar la lucha.
Las deficiencias de la película resultan innumerables. Empezando porque el guión es un plagio descarado del libro "Un mundo maravilloso" de Aldous Huxley, aderezado con subtramas de Star Wars (v.g. Han Solo congelado) y escenas de acción tipo Mission Impossible.
Además de que las actuaciones son pésimas, otros aspectos también tienen graves deficiencias. El régimen militar hay que imaginárselo porque aparecen a lo mucho 20 tipos disfrazados de soldados. Las bebidas, nos dicen, contienen Tecpanol la cual es una droga extraída de cactus. Para apantallar, en la película muestran unos coloridos cactus injertados que en cualquier tianguis cuestan 25 pesos. Y respecto a la prohibición de la religión, simplemente resulta absurdo prohibir una de las formas más eficaces de manipulación social.
Lo único reconfortante de ver este bodrio cristero es saber los fundamentalistas están técnicamente muy alejados de las mega producciones de Steven Spielberg y más cerca del Teatro Fantástico de Cachirulo.
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