A pesar de que dicho certamen es tan relevante como un concurso internacional de yo-yo, Felipe Calderón no pudo dejar pasar la ocasión para robar un poco de cámara y decir tonterías como lo constata el siguiente extracto.
El Primer Mandatario le reiteró, en nombre de los mexicanos, su reconocimiento por poner en alto el nombre de nuestro país en el escenario mundial. El jefe del Poder Ejecutivo dijo que el triunfo de Jimena Navarrete es un aliciente para millones de mexicanas que han destacado como resultado de su propio esfuerzo. Calderón se congratuló, también, de que la Miss Universo tapatía sea invitada especial en el Bicentenario de la Independencia.
Algo exagerado con eso de poner el nombre del país en alto. ¿En qué rubro exactamente? ¿en mujeres bonitas acaso?
También habría que aclararle a Chapelén que la belleza física no tiene mucho mérito personal; se tiene lo que se hereda, y sólo puede uno mantenerlo. Los concursos de belleza se distinguen por esto del resto de las competencias, donde usualmente se premia una habilidad adquirida y desarrollada con la práctica constante.
Una Miss Universo es un aliciente para él, que escaso de logros propios ha decidido colgarse de la corona de Jimena. Poco le importa que él no haya contribuido en nada pues se trata de un evento organizado por particulares, en este caso: Televisa.
El nombrarla invitada especial para su próxima parranda, es un claro síntoma de lo desesperado que se encuentra Calderón por obtener todo el respaldo populachero posible. Y para despejar todas las dudas, ahí está el otro invitado especial: Cuauhtémoc Blanco.
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