Roberto Ramírez Garza no volverá a contaminar las ondas televisivas con su mediocre personaje de mago barato. Él mismo llegó a admitir que frecuentemente al aparecer en escena, no tenía la más mínima idea de lo que iba a hacer e improvisaba de acuerdo a sus recursos (entiéndase: ninguno).
De acuerdo al reporte de los médicos, murió ayer por complicaciones pulmonares aunque su muerte cerebral era obvia desde que hace décadas cuando salía en La Carabina de Ambrosio a idiotizar televidentes con sus malísimos trucos de magia.
Elevemos nuestras plegarias para que todas las copias de ese horroroso programa se pierdan para siempre y que pronto le hagan compañía Chespirito, "el filósofo de la derecha", y Capulina, el dizque "Rey del humorismo blanco". No vaya a ser que por hambre vuelvan a causar lástimas en la televisión.
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