Los seres humanos tenemos bacterias en los intestinos que nos facilitan la digestión de ciertos alimentos, son lo que usualmente llamamos 'flora intestinal'. Sin embargo, el consumo de edulcorantes sintéticos como sacarina, sucralosa (Splenda®) y aspartamo cambia la diversidad de bacterias en los intestinos y esto genera problemas metabólicos como la intolerancia a la glucosa.
Este es el hallazgo recién publicado por Jotham Suez y colaboradores en la revista Nature. Su experimento consistió en darle de beber a ratones no obesos agua pura o con alguno de los endulzantes: sacarina, sucralosa, aspartamo, glucosa y sacarosa. Después de 11 semanas, los tres grupos de ratones que consumieron agua, glucosa y sacarosa tuvieron una tolerancia a la glucosa similar, mientras que los otros tres grupos que consumieron edulcorantes artificiales desarrollaron intolerancia a la glucosa. De estos últimos tres, la sacarina produjo el efecto más notorio.
Para investigar si las bacterias intestinales estaban involucradas en la intolerancia a la glucosa, a todos los ratones se les administraron antibióticos de amplio espectro: ciprofloxacina, metronidazol y vancomicina. Después de 4 semanas de tratamiento, la diferencia en intolerancia a la glucosa desapareció para todos los grupos.
Adicionalmente realizaron trasplantes fecales entre ratones. Los roedores libres de gérmenes que recibieron trasplantes de ratones con dieta de edulcorantes artificiales desarrollaron también intolerancia a la glucosa 6 días después. Lo cual apoya la idea de que esta alteración del metabolismo se debe a cambios en la flora intestinal.
Por último, siete personas que no eran consumidores frecuentes de edulcorantes se sometieron a una dieta con el máximo aceptable de sacarina comercial. De ellas, cuatro desarrollaron intolerancia a la glucosa, y su flora intestinal había cambiado significativamente. Los microorganismos bajo sospecha son Bacteroides fragilis, Weissella cibaria y Candidatus Arthromitus.
Esto no significa que los edulcorantes deban ser satanizados y prohibidos por completo. Fueron diseñados para reducir el consumo de calorías sin sacrificar nuestro deseo de comer cosas dulces, y este propósito lo siguen cumpliendo. Lo que el estudio nos muestra es que la ingestión de edulcorantes artificiales como método para combatir la diabetes u obesidad puede tener consecuencias negativas y contraproducentes.
Como siempre, el consumo moderado (por debajo del límite máximo recomendado) de estas sustancias es lo más adecuado.
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