Así como existen una gran cantidad de mitos sobre la dieta más apropiada para los seres humanos, hay también un número considerable de mitos sobre lo que deben comer las mascotas domesticadas: perros y gatos.
Es común escuchar que los perros, por ser descendientes de los lobos, deben ser alimentados con una dieta basada primordialmente en carne cruda. Otros alimentos, se insiste, pueden resultar indigestos o tóxicos para la mascota del hogar. ¡Y ni se te ocurra darle tortillas porque hasta el pedigrí se le atrofia!
Esto no es del todo cierto. Un estudio genético comparativo entre perros y lobos encontró que los primeros tienen adaptaciones que les permiten digerir carbohidratos en forma de almidones. Las adaptaciones incluyen la producción de una mayor cantidad de enzimas digestivas, y enzimas estructuralmente más eficientes para romper el almidón en azúcares más sencillos.
Los autores sugieren que la alta capacidad de digerir almidón en los perros es evidencia del proceso de selección y domesticación de esta especie. El desarrollo de la agricultura habría contribuido también, al hacer más abundantes a los alimentos ricos en almidón en la dieta humana y, de rebote, la canina. Es pues, un caso de co-evolución o evolución conjunta.
Gracias a este hallazgo científico, ya podemos dejar de sentir remordimiento por darle tortillas remojadas en caldo a Firulais. Él puede con eso y más.
El artículo original en Nature aquí.
Una versión reducida en Science aquí.
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